domingo, abril 11, 2010

Helado marinero... ¿o yogurt espirituoso?



Si bien mi gran pasión es la cocina saludable no pierdo oportunidad de buscar recetas diferentes para mis lectores. Hace un tiempo, en no recuerdo que evento náutico, tuve la oportunidad de conocer en persona al famoso Hernán “Hormiga Negra” Álvarez Forn. El señor Álvarez Forn es un gran navegante argentino muy conocido por la comunidad náutica, que a bordo de su velero “Pequod” llegó a la Antártida en el año 1989. En algún momento de la agradable charla donde Hernán nos entretuvo a varios curiosos con sus divertidas anécdotas de viajes, yo le cuento sobre mi blog de cocina y le pido si sería tan amable de darme una receta marinera para mis lectores. Todo un personaje “Don Hormiga Negra”, puso cara muy seria, miró hacia arriba como buscando entre los recuerdos y de pronto sonrió y se desarrolló la siguiente conversación:

Hernán: - ¡Ah ya recuerdo un helado marinero riquísimo que me preparé en el Pequod!

Silvia: - ¿Usted hizo UN HELADO a bordo de su barco?

Hernán: - ¡Sí claro es muy fácil!

Silvia: - ¡Pero por favor Hernán cuénteme ya como hizo! A mi me lleva tanto trabajo hacer helados que no puedo imaginarme batiendo los ingredientes a bordo de un barco.

Hernán: - Bueno, reconozco que me las tuve que ingeniar un poco. Había invitado a navegar a unos amigos que vinieron con sus esposas y ellas trajeron en las heladeritas varias cosas ricas para compartir el almuerzo. De postre, como todas estaban a dieta, trajeron unos yogures con frutas que aseguraron eran riquísimos. Al momento de comer el postre estábamos todos en el cockpit, cada uno eligió un yogurt y siguió charlando y disfrutando la navegada. A mí me tocó uno raro sin gusto y por más que lo intentaba no lograba disfrutarlo. No dispuesto a quedarme sin postre, delegué el timón en otra persona, bajé con mi yogurt insípido a la cabina y busqué la botella de gin. Le puse varias veces gin y cada vez que agregaba gin lo iba testeando para ver si cobraba gusto. Cuando por fin le sentí gusto estaba tan líquido que lo metí en el freezer del barco y me desentendí. Al rato volví a la cabina, saqué el yogurt endurecido, lo puse en un jarrito, lo pisé con un tenedor hasta que quedó cremoso como un helado... ¡y claro ahora más que yogurt era el perfecto helado pero por fin tenía gusto!

Bueno, como sobre recetas no todo está escrito decidí compartirla con ustedes con una variante, mezclé yogurt de vainilla con gin, lo congelé, lo batí un poco antes de servir y le agregué chocolate rallado. Aquí tienen entonces este súper original helado marinero que por supuesto no está de entre las recetas más sanas y saludables del blog pero no deja de ser una receta interesante para combatir el frío antártico... y el aburrimiento probablemente.

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